El post de hoy va sin receta aunque se trata de arroz. Traigo por acá la misma reflexión que publiqué en Facebook porque quizá mi ausencia de tanto tiempo, escondida en el no-tiempo, tenga otros ditirambos en el medio.
Lo que realmente sucedió con el arroz....
Como bien sospecharon la mayoría, el arroz ni se quemó, ni existía. Fue parte de un "juego" de facebook que a mí me dejó reflexionando y de cuya trampa quise salir al menos con un intento de experimento social, si no es demasiado ambiciosa la expresión.
Todo comenzó cuando alguien publicó que se teñiría el pelo de blanco y yo le di me gusta y, obvio, pedí foto. A las horas, la explicación: todo se trataba de un "reto", mejor conocido como cadena, donde yo debería también postear un estado más o menos desopilante de una lista dada de antemano. Ya está. Yo me había metido en el lío y tenía que salir más o menos airosa, con el orgullo herido y todo. Elegí la frase que menos conflicto me generara y salió un inexistente arroz quemado.
Y el arroz me puso de frente ante dos cuestiones. La vulnerabilidad a la que estamos expuestos es tan visible que ni qué hablar de ella, pero sí dos reflexiones más: